Inteligencia artificial en salud: ¿revolución equitativa o tecnología desigual?

por May 22, 2025Gestión e Innovación, IA & Diagnostico0 Comentarios

Inteligencia artificial en salud: entre la promesa de la revolución y los desafíos de la equidad

El mercado mundial de inteligencia artificial en salud está creciendo a un ritmo sin precedentes. Valorado en USD 29.000 millones en 2024, se estima que alcanzará los USD 504.000 millones para 2032.

En Europa, el crecimiento proyectado es igual de impresionante: de USD 7.920 millones en 2024 a más de USD 143.000 millones en 2033, con una tasa de crecimiento anual del 38%.

Estas cifras no solo evidencian una transformación económica, sino también un cambio estructural en la manera en que concebimos y practicamos la medicina.

Ámbitos de impacto y transformación clínica

La inteligencia artificial se está posicionando como un aliado clave en diversas áreas del sistema de salud.

En la práctica clínica, ya está demostrando beneficios tangibles: mejora la detección temprana de enfermedades como el cáncer de mama y la sepsis, permite tratamientos personalizados, y optimiza la gestión hospitalaria mediante análisis predictivos.

Además, alivia la carga administrativa con la automatización de tareas como la facturación y la programación de turnos.

Para Antoine Tesnière, médico y director general de PariSanté Campus, “la IA es una revolución real para la salud”. En una entrevista con HIMSS TV, destacó que las herramientas de IA nos acercan a una medicina “superprecisa, superproductiva, superpreventiva y superpersonalizada”.

Más allá del apoyo: una IA que iguala y supera a lo humano

La capacidad de la inteligencia artificial para igualar, e incluso superar, el rendimiento humano en ciertas tareas diagnósticas y analíticas plantea un nuevo paradigma.

Ya no se trata sólo de asistir a los profesionales, sino de ampliar el alcance del conocimiento médico y redefinir los estándares de eficiencia, calidad y acceso a la atención.

Sesgos, desigualdades y el “principio de inversión de calidad de datos”

No obstante, junto con las oportunidades emergen importantes desafíos. La Dra. Jessica Morley, investigadora en el Yale Digital Ethics Center, alerta sobre los sesgos que pueden introducirse en los sistemas algorítmicos.

En declaraciones a HIMSS TV, señaló que algunos dispositivos de detección de arritmias presentan menor precisión en personas con piel más oscura, y que los algoritmos para melanoma tienden a fallar en poblaciones diversas.

Morley plantea un concepto clave: la “ley inversa de la calidad de los datos”. Es decir, cuanto mayor es la necesidad de atención, menor suele ser la disponibilidad de datos de alta calidad.

Esta brecha no solo es técnica, sino también estructural y política. Afrontarla exige acciones que trasciendan lo tecnológico, incluyendo políticas públicas que aseguren equidad, diversidad de datos y acceso justo a la innovación.

Regulaciones europeas: innovación con garantías

Para hacer frente a estos desafíos sin frenar la innovación, la Unión Europea ha implementado dos marcos regulatorios clave.

El Reglamento de Datos (EU Data Act) busca mejorar el acceso a los datos generados por dispositivos médicos conectados, fomentando conjuntos de datos más diversos y representativos.

Por su parte, la Ley de IA (EU AI Act) introduce requisitos específicos para sistemas de alto riesgo en salud, como evaluaciones de impacto, supervisión humana, modelos explicables y verificación de datos.

Estas regulaciones apuntan a un equilibrio entre el impulso tecnológico y la protección de derechos fundamentales, fomentando un ecosistema de salud digital donde la transparencia, la equidad y la seguridad sean pilares centrales.

Reflexiones finales: una IA para todos

La expansión de la inteligencia artificial en salud es inevitable, pero su adopción responsable no lo es.

La confianza de los profesionales, la representatividad de los datos, la inclusión de contextos de bajos recursos y la participación de pacientes y clínicos en el diseño de las herramientas son elementos esenciales para una transformación verdaderamente equitativa.

Como concluye la Dra. Morley: “Es posible proteger los datos individuales y, al mismo tiempo, aprovechar los beneficios de la salud poblacional. Se puede tener el pastel y comérselo también”.

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