La resonancia magnética funcional (fMRI) ha proporcionado evidencia de que la ansiedad materna prenatal tiene un impacto negativo a largo plazo en los hijos de mujeres con esta condición, persistiendo hasta la edad adulta, según informaron investigadores holandeses.
Los hallazgos subrayan la importancia de proporcionar estrategias de manejo de la ansiedad a mujeres embarazadas, según un grupo liderado por Elise Turk, de la Universidad de Tilburg en los Países Bajos. El estudio se publicó en Brain Imaging and Behavior.
Ansiedad y Embarazo
“Para prevenir problemas de salud mental a nivel de la población, las estrategias de prevención primaria universal deberían apuntar a reducir la ansiedad materna durante el embarazo”, instaron los autores.
La incidencia y la carga de las condiciones de salud mental están aumentando en todo el mundo, señalaron los autores; en el Reino Unido, se estima que la incidencia de ansiedad y depresión perinatal incurre en costos de atención médica de más de 8,500 libras (10,000 euros) por nacimiento.
Pero los orígenes prenatales de las condiciones de salud mental en los hijos de mujeres que sufren ansiedad durante el embarazo no se han estudiado a fondo.
“[Nosotros] carecemos de conocimiento sobre la persistencia de alteraciones en el desarrollo cerebral a raíz de la exposición prenatal a la angustia materna”, escribió el grupo.
El imapcto hacia el futuro
“Las cohortes prospectivas de embarazadas que continúan hasta la adultez pueden proporcionar información increíblemente valiosa, especialmente porque varios investigadores han señalado que los trastornos neurodegenerativos, como el Parkinson y la enfermedad de Alzheimer, pueden encontrar su origen en la vida fetal“.
Para explorar esta área de investigación, el equipo realizó un estudio de fMRI que incluyó a 49 hijos de 28 años de mujeres cuya ansiedad se monitoreó durante el embarazo.
Utilizaron el Inventario de Ansiedad Estado-Rasgo entre las 12 y 22 semanas de gestación, de las 23 a 31 semanas, de las 32 a las 40 semanas, y varias veces después del parto (cuando sus hijos tenían 1, 10 y 28 semanas; 14 años; 17 años; y 20 años).
Ninguna de las mujeres utilizó inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS) u otros medicamentos además de alcohol, nicotina y medicamentos recetados con fines médicos.
Los 49 participantes se dividieron en dos grupos: aquellos cuyas madres informaron “alta ansiedad” (13) durante el embarazo en las semanas 12 a 22 de gestación y aquellos cuyas madres informaron “ansiedad baja a media” (36) durante el mismo período.
Cada uno de los hijos adultos se sometió a un examen de fMRI.
Ansiedad materna y corteza prefrontal de los hijos
Los autores encontraron que una mayor ansiedad prenatal materna se asociaba con una conectividad funcional más débil de la corteza prefrontal medial con el surco frontal inferior izquierdo en sus hijos.
“Mostramos que la exposición prenatal a la ansiedad materna influye en los patrones de conectividad funcional de la corteza prefrontal medial en la adultez”, dijo Turk a AuntMinnieEurope.com.
“Los resultados son preocupantes, porque sugieren que las alteraciones cerebrales durante el desarrollo debido a la ansiedad materna permanecen persistentes”.
El estudio destaca cómo el conectoma adulto, es decir, el mapa de conexiones neuronales en el cerebro, está influenciado por el entorno prenatal.
“Aunque la arquitectura cerebral sigue mostrando plasticidad a lo largo de la vida adulta, algunos cambios biológicos que comprometen la adaptación flexible y la resistencia podrían establecerse temprano en la vida“, escribieron los autores.
No solo se necesita más investigación sobre el efecto de la ansiedad prenatal en los hijos adultos, sino que las mujeres también deben recibir apoyo durante el embarazo para hacer frente a la ansiedad.
“Para prevenir problemas de salud mental a nivel de la población, las estrategias de prevención primaria universal deberían apuntar a reducir la ansiedad materna durante el embarazo”, concluyó el grupo.
Para conocer más sobre este tema recomendamos visitar Brain Imaging and Behavior y acceder al artíulo completo.
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