Un reciente estudio publicado en JAMA Network Open sugiere que el aumento de grasa abdominal en la mediana edad podría tener un impacto significativo en la salud cognitiva en la vejez.
Utilizando resonancia magnética (RM) para estudiar la estructura cerebral, los investigadores encontraron que una mayor relación cintura-cadera (WHR) en la mediana edad se asocia con alteraciones en la materia blanca del cerebro, específicamente en el cíngulo y los fascículos longitudinales superior e inferior.
Estas estructuras están relacionadas con funciones como la atención, la memoria de trabajo y la velocidad de procesamiento cognitivo.
El vínculo entre la grasa abdominal y la integridad de la materia blanca
El estudio, que incluyó a 664 participantes con un promedio de edad de 70 años, reveló que aquellos con mayor relación cintura-cadera en la mediana edad mostraban una mayor difusividad media (MD) en el 26.4% de los tractos de materia blanca, así como una mayor difusividad radial (RD) en el 23.1% de esos tractos.
Estos parámetros, evaluados mediante imágenes por tensor de difusión, indican una posible disminución en la integridad estructural de la materia blanca, asociada comúnmente al deterioro de las conexiones neuronales.
Estos cambios se observaron particularmente en el cíngulo y el fascículo longitudinal inferior (ILF), regiones implicadas en enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer.
La anisotropía fraccional (FA), una medida que refleja la organización direccional de la materia blanca, también fue menor en estos pacientes, lo cual sugiere alteraciones en la mielinización y en la estructura axonal.
Según el autor principal, Daria E.A. Jensen, del Instituto Max Planck de Leipzig, Alemania, estos resultados están en consonancia con estudios anteriores que han demostrado una asociación entre un WHR elevado y una menor anisotropía fraccional en varios tractos de materia blanca.
El cíngulo y el fascículo longitudinal inferior, específicamente, parecen ser más vulnerables a las alteraciones metabólicas relacionadas con el aumento de grasa abdominal.
El papel de la dieta en la salud cerebral
Además del WHR, el estudio también analizó la calidad de la dieta mediante el Índice de Alimentación Saludable Alternativa (AHEI)-2010.
Los resultados mostraron que una mejor calidad de la dieta entre la mediana y la tercera edad se asociaba con una menor difusividad media y difusividad axial (AD) en los tractos de materia blanca, así como con una mayor FA en el tracto corticoespinal, el tracto talámico superior y regiones frontales.
Una dieta más saludable también se relacionó con una mayor conectividad funcional del hipocampo con el lóbulo occipital y el cerebelo, áreas que, aunque distantes, tienen vínculos funcionales relevantes con la memoria y el control motor.
Esto respalda la noción de que una alimentación equilibrada podría ejercer un efecto protector sobre la estructura cerebral, incluso en edades avanzadas.

Imagen destacada de JAMA Network Open
Los paneles muestran mapas estadísticos corregidos por error familiar (familywise error) y mejorados mediante el método de realce de clústeres sin umbral (threshold-free cluster enhancement), superpuestos sobre una imagen estándar. Los tractos en verde representan el esqueleto medio de anisotropía fraccional (FA). Las letras indican la orientación anatómica: A, anterior; L, izquierda; P, posterior; y R, derecha.
Implicaciones clínicas: la importancia de las intervenciones tempranas
La relación entre un relación cintura-cadera (WHR) elevado en la mediana edad y el deterioro de la materia blanca puede mediar en la pérdida de funciones cognitivas como la memoria de trabajo, la fluidez verbal y la función ejecutiva.
Los investigadores observaron que esta asociación estaba mediada por cambios estructurales en la materia blanca, lo que sugiere un posible mecanismo fisiopatológico que conecta la salud metabólica en la mediana edad con el funcionamiento cognitivo en la vejez.
Esto indica que intervenciones tempranas dirigidas a reducir la grasa abdominal y mejorar la calidad de la dieta podrían tener un efecto significativo en la prevención del deterioro cognitivo.
La prevención debe iniciarse antes de que se presenten los síntomas clínicos, aprovechando la ventana crítica entre los 40 y los 70 años, identificada como clave para reducir el riesgo de demencia.
Aunque el estudio encontró asociaciones robustas, los autores reconocen algunas limitaciones metodológicas, como la dependencia de cuestionarios de frecuencia alimentaria (FFQ), que pueden estar sujetos a sesgos, y la falta de diversidad en la muestra, compuesta en su mayoría por hombres británicos blancos con alto nivel educativo.
Promover la salud cerebral desde la mediana edad
Los hallazgos de esta investigación subrayan el papel central de los factores metabólicos y de estilo de vida en la salud cerebral a largo plazo.
Mantener una relación cintura-cadera adecuada y adoptar hábitos alimentarios saludables en la mediana edad puede ser determinante para preservar la integridad de la materia blanca cerebral y, con ello, prevenir el deterioro de funciones cognitivas esenciales.
Para conocer má sobre esta investigación, puede visitar JAMA Network Open y acceder al artículo completo.
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